SOMOS LO QUE COMEMOS, por la profesora Rosa Casal



Tendemos a pensar que la salud es simplemente no estar enfermos, pero lo cierto es que éste sería un término muy pobre para definir Salud.

La Salud es vivir en armonía con nosotros mismos y con lo que nos rodea, es seguir el flujo que nos marca la vida y sentirnos agradecidos a ella, es comprender las leyes del Universo y hacer lo posible por aprovecharlas para ser cada vez más personas, es “resonar” mejor en nuestro mundo, en nuestro espacio, es vivir con alegría cada momento del día siendo conscientes del privilegio que encierra el “aquí y ahora”.

En la visión de la filosofía oriental, la vida en todas sus formas de expresarse a sí misma depende de la armonía entre el Yin y el Yang, esas dos energías aparentemente opuestas pero intrínsecamente complementarias que forman parte de esa Unidad que se conoce como el Tao.

El Yin y El Yang son los dos pilares de la materia, aún más, no sólo del mundo de las formas, cualquier fenómeno se comprende desde su raíz contemplado desde este enfoque.

Todos los procesos vitales dependen de esta energía que actúa en muchas dimensiones simultáneamente.

El Yin: El potencial de la tierra, energía femenina, centrífuga y expansiva.

El Yang: El potencial de cielo, energía masculina, centrípeta y contractiva.

Ambas están relacionadas con el pasado y el futuro, y ambas en su movimiento deslizante se encuentran en armonía en el presente, ahora, en este momento conectamos con el potencial creativo que llevamos dentro.

Por eso el factor tiempo es decisivo en el desarrollo o curación de la enfermedad.

El resultado de un “prudente” equilibrio entre la contracción y la expansión, entre la luz y la sombra, entre el calor y el frío, entre el fuego y el agua, entre la energía eléctrica y la magnética, es la Salud.

La antigua sabiduría oriental, se basó en la observación de la naturaleza y de todos los fenómenos que nos rodean para llegar a comprender ese movimiento oscilante entre el Yin y el Yang que establece una dinámica cambiante y constante.

El equilibrio entre el Yin y el Yang hace posible la Salud en todos los niveles de conciencia del ser humano, desde el nivel físico, sensorial, emocional, mental, social y espiritual.

Los alimentos que comemos también tienen esta naturaleza energética, además de nutrientes. Es muy frecuente constatar la gran inquietud general que existe en cuidar la presencia de esos nutrientes básicos que necesitamos, como son las grasas, las proteínas, los hidratos de carbono, las vitaminas y los minerales, en nuestra dieta. Pero esta excesiva preocupación, amenudo se traduce en un consumo excesivo de comida sin tener en cuenta la fuente de dónde se extraen, que es fundamental para la salud.

Tampoco es frecuente que se cuide la naturaleza energética de lo que comemos y bebemos.

En todos los alimentos encontramos ambas energías Yin-Yang presentes, pero en distintas proporciones, lo cual supone que algunos alimentos son principalmente yang y otros lo son Yin. Esta estructura energética en los alimentos es de vital importáncia para mantener ese equilibrio necesario que favorece un alto nivel de vitalidad y de bien estar.

(foto:el arroz integral biologico es un alimento equilibrado ying-yang)

Quizás no sea tan importante preocuparse por las carencias como por los excesos, que es el verdadero problema hoy en día, pues se come mucho más de lo que se necesita, esto deriva en acumulaciones y saturaciones que el cuerpo no sabe como limpiar y drenar adecuadamente y si lo hace, será a expensas de un gasto importante de energía que acaba traduciéndose en un cansancio crónico que sólo se atenúa con mayores o menores dosis de estimulantes cómo el café, el tabaco, el azúcar, el alcohol, el chocolate....

Quizás sería interesante aprender qué tipo de condiciones físicas, emocionales y de conducta favorecen los distintos alimentos que ingerimos. Cómo y por qué nos influye el azúcar o la leche o los huevos, de dónde nacen nuestras preferencias por ellos.

Cuando se habla de osteoporosis, que es algo que actualmente preocupa mucho y especialmente a las mujeres a partir de los 40 años, que nos vamos acercando a la época de la menopausia, habría que saber qué tipo de alimentos y hábitos de vida están favoreciendo su aparición y no sólo plantearse tomar calcio (que a veces no se aprovecha) o medicarse con sustancias hormonales. ¿Saben ustedes que las verduras solanáceas (las que crecen de noche) aumentan el riesgo de osteoporosis?

El tomate, la patata, el calabacín, los espárragos, los pimientos, son verduras que producen ese efecto.

Cuando la sangre se acidifica (como pasa al ingerir este tipo de verduras) resuelve su problema urgentemente alcalinizándose a sí misma. Y eso lo consigue extrayendo minerales de dónde los hay: de los Huesos.

Por supuesto podríamos seguir hablando de muchas costumbre alimenticias y hábitos de vida (por llamarlos de alguna manera) que acidifican la sangre produciendo la consiguiente descalcificación que tanto nos preocupa.

De igual forma podríamos hablar de muchos otros síntomas y de cómo entender qué terreno de desequilibrio ha conseguido su aparición y cómo tenemos posibilidad de remediarlo, conociendo esa dinámica del Yin-Yang y su relación con lo que comemos y bebemos.

Resumiendo: SOMOS LO QUE COMEMOS.

Mª Rosa Casal
ESCUELA DE VIDA.
Nutrición Energética

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